AMAR Y SERVIR A LOS DEMÁS
Por Antonio García-Moreno
1.- SACRIFICIO DE COMUNIÓN.- "Este mes será para vosotros el principal de los meses..." (Ex 12, 1). Las prescripciones sobre el rito de la Pascua se inician hablando del día y mes en que se ha de celebrar, al tiempo que se insiste en la importancia que ha de tener para los israelitas. Esa recomendación divina caló en el pueblo elegido, tanto que ese día se llama la "fiesta de los judíos". En ella se celebraba la liberación del poder opresor de Egipto.
Es un acontecimiento capital de la Historia de la Salvación en la fase del Antiguo Testamento. En él se anunciaba, se prefiguraba la auténtica liberación que con Jesucristo, el nuevo Moisés, ocurriría en los tiempos mesiánicos. En efecto, así ha sido. Pero con la gran diferencia de que en aquel caso se trataba de una liberación política y material, y en el caso de Cristo se trata de una liberación más profunda y radical, trascendente y sobrenatural, la liberación de la muerte, la liberación del pecado.
2.- TRADICIÓN, REALIDAD DINÁMICA Y VIVA. "Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido..." (1 Co 11, 26). San Pablo escribe una de las páginas que refleja la vida de la Iglesia en la época de sus comienzos. Entonces, como ahora, había un acontecimiento que era central en la existencia cotidiana de los primeros cristianos, la celebración de la Eucaristía, la Santa Misa. A él se refiere en este pasaje. Y lo hace poniendo de relieve que se trata de una doctrina que viene del Señor y que pasa por los apóstoles, de los cuales es él uno por voluntad de Dios.
Y pone como argumento previo, la premisa mayor decían los escolásticos, que cuanto les va a decir lo ha recibido de Cristo, es una tradición. Esto es, una verdad original que ha sido trasmitida con fidelidad exquisita, sin quitar ni poner nada. Y al mismo tiempo una verdad que sigue viva y vibrante, una realidad salvadora que se proclama y transmite, como una antorcha que no se apaga y que se va pasando de mano en mano, siempre con la misma luz y claridad.
3.- EL AMOR EXTREMOSO DE CRISTO. "...habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1). El amor de Jesucristo es un amor divino, pues El es el Hijo de Dios, hecho hombre sin dejar de ser Dios. Por eso su actuación nos sorprende tantas veces, nos desconcierta incluso, se nos hace incomprensible. En el pasaje de hoy eso es lo que le ocurre a San Pedro, no le cabe en la cabeza que Jesús lave los pies a sus discípulos, cuando ese menester era tan humillante que no se le podía exigir, según las leyes judías contenidas en la Mina, a ningún hijo de Israel.
Pero Jesús les quería enseñar que era necesario amar, y en consecuencia servir a los demás, hasta en el menester más humilde, e incluso humillante. Era el suyo, es y será, un amor sin límites, extremoso podemos decir. Algunos traducen hasta el fin en lugar de hasta el extremo. En el original griego se usa una palabra, teleios, cuyas raíces aparecen cuando se dice que todo se ha cumplido (tetélestai), momento en Cristo muere de amor por los hombres, dejándonos una lección inolvidable y exigente.
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