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23 de diciembre de 2019

¡Danos tu confianza, María!



¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!

Para que Dios nazca en  nosotros sin pedir nada a cambio
y, sea nuestro corazón,
una cálida cuna donde Jesús  encuentre cobijo y consuelo.

¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que, en estas horas de  santa tensión,
donde el cielo y la tierra  juegan a juntarse
podamos también nosotros  hambrear
el manjar de Amor que se sirve  en Belén.


¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Queremos que, Tú, seas una  puerta
por la que podamos entrar
y disfrutar del Misterio de  Dios humanado.
Una puerta que, cuando se abra  desde fuera
entendamos y comprendamos
que es Dios quien lo hace desde  dentro
que es Dios quien tira desde  el cielo.


¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!

Para que no vacilemos ni en el  amor ni en la fe
Para que nos pongamos en  camino hacia Aquel que viene
Para que seamos heraldos de la  Buena Noticia
Para que, el Niño que quiere  salir de tus entrañas,
encuentre aquí y ahora
hermanos que le amen, le  ayuden y le sigan


¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que Dios esté pronto con  nosotros
Para que nosotros, pronto  estemos con El
Para que creamos, aun sin ver
Para que aún sin ver, creamos  por encima de todo


¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARÍA!
Sólo así, podremos vivir,  celebrar
cantar y festejar el encanto  de la Navidad.

16 de noviembre de 2019

Bendita entre todas las mujeres


VIRGEN Y MADRE

Oh Virgen santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.

Virgo fidélis, Virgen fiel, 
ruega por nosotros.
Enséñanos a creer como has creído tu. 
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia, 
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.

Mater amábilis, Madre digna de amor. 
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso, 
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos 
como les amaste tú;
haz que nuestro amor a los demás 
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.

Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría, 
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe, 
la paradoja de la alegría cristiana, 
que nace y florece en el dolor, 
en la renuncia, 
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría 
sea siempre auténtica y plena 
para podérsela comunicar a todos! 
Amén.