31 de enero de 2021

Santo Evangelio 31 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

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«¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!»

Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala

(Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.

Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.

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Santa Marcela 31 de Enero

 


Santa Marcela 31 de Enero


Marte fue una fuente de valor para los belicosos romanos, por eso derivaron de este dios bastantes nombres que, además, gozaron de gran predicamento: Marco, Marcos, Marcial, Marcio, Marción, Marciano (más de 25 santos hay con este nombre), Marcelo, Marcelino, Martín... Y en femenino, Marcia, Marciana (dos santas Marcianas menciona el santoral), Martina, Marcelina, Marcela.

Santa Marcela fue una noble matrona romana del siglo IV. Su mayor gloria es haber sido la iniciadora de la vida monástica femenina en la Iglesia de Occidente. Perdió a su padre cuando era joven. Contrajo matrimonio con un noble romano, pero a los siete meses enfermó y murió su marido, quedando ella viuda. Su madre, Albina, procuró concertarle un nuevo matrimonio; pero Martina había concebido ya el propósito de consagrar su vida al servicio de Dios, por lo que rechazó cuantos pretendientes intentaron cortejarla. Creció en ella tal interés por conocer las sagradas escrituras, que no pudo resistir el deseo de ser instruida por el gran experto en esta materia, San Jerónimo, cuando éste estuvo en Roma. El conocimiento profundo de las Escrituras encendió aún más en ella el deseo de perfección cristiana, por lo que decidió retirarse a vivir en soledad en una casa de campo que poseía cerca de Roma. Conocedora, por San Atanasio, del género de vida que instituyera San Antonio Abad en el desierto de Tebaida, y del monasterio de vírgenes y viudas que allí había fundado y regía San Pacomio, se puso a imitar el traje y el género de vida de estas monjas, siendo ella la primera que abrazó en Roma esta nueva forma de vida, que pronto fue seguida por muchas otras mujeres especialmente viudas. Murió en su monasterio el 30 de enero del 410, en plena desolación por el saqueo con que castigaron la ciudad los bárbaros que entraron en ella con Alarico. San Jerónimo menciona varias veces a Marcela en sus obras, y hace de ella un justo elogio. Su fiesta se celebra el 31 de enero.

Otras cuatro santas con este nombre menciona el santoral romano, que vivieron entre el siglo I y el IX. Los Marcelos que merecieron el honor de los altares llegan a 30. Algunas Marcelas por tradición familiar, y otras por desconocimiento de la importante figura de Santa Marcela, prefieren celebrar su santo por algún San Marcelo.

La comedia en verso "Marcela, o ¿cuál de los tres?" de Bretón de los Herreros, ha contribuido a popularizar aún más este nombre. Se trata de una joven viuda rica y hermosa, amable y simpática, pretendida por tres galanes que se sienten seguros cada uno de ser el elegido. Les da calabazas a los tres con tal galanura, que no se sienten molestados.

Es una fortuna tener un nombre singular, no demasiado corriente, que tiene belleza por sí mismo, y que teniendo el correlativo masculino, puede llevarse y celebrarse independientemente de éste. Santa Marcela es un modelo de audacia femenina en un momento en que eso tenía muchísimo mérito. ¡Felicidades!

30 de enero de 2021

Santo Evangelio 30 de Enero 2021

  





Texto del Evangelio (Mc 4,35-41): 

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».

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«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»


Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez

(St. Esteve de P., Barcelona, España)

Hoy, el Señor riñe a los discípulos por su falta de fe: «¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Jesucristo ya había dado suficientes muestras de ser el Enviado y todavía no creen. No se dan cuenta de que, teniendo con ellos al mismo Señor, nada han de temer. Jesús hace un paralelismo claro entre “fe” y “valentía”.

En otro lugar del Evangelio, ante una situación en la que los Apóstoles dudan, se dice que todavía no podían creer porque no habían recibido el Espíritu Santo. Mucha paciencia le será necesaria al Señor para continuar enseñando a los primeros aquello que ellos mismos nos mostrarán después, y de lo que serán firmes y valientes testigos.

Estaría muy bien que nosotros también nos sintiéramos “reñidos”. ¡Con más motivo aun!: hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace capaces de entender cómo realmente el Señor está con nosotros en el camino de la vida, si de verdad buscamos hacer siempre la voluntad del Padre. Objetivamente, no tenemos ningún motivo para la cobardía. Él es el único Señor del Universo, porque «hasta el viento y el mar le obedecen» (Mc 4,41), como afirman admirados los discípulos.

Entonces, ¿qué es lo que me da miedo? ¿Son motivos tan graves como para poner en entredicho el poder infinitamente grande como es el del Amor que el Señor nos tiene? Ésta es la pregunta que nuestros hermanos mártires supieron responder, no ya con palabras, sino con su propia vida. Como tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, cada día hacen de cada contradicción un paso más en el crecimiento de la fe y de la esperanza. Nosotros, ¿por qué no? ¿Es que no sentimos dentro de nosotros el deseo de amar al Señor con todo el pensamiento, con todas las fuerzas, con toda el alma?

Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, Reina de los confesores. Al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe... ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!


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Santa Martina 30 de Enero



 Santa Martina 30 de Enero


Es el femenino de Martín, nombre latino derivado de Marte, el dios de la guerra, representado en el firmamento por el planeta rojo. Son del mismo origen Marcial, martes y marzo. Es en Francia uno de los 15 nombres más popularmente extendidos. En España y en Latinoamérica es también bastante popular, aunque sin alcanzar los niveles de Francia.

Santa Martina, virgen romana que en tiempos del emperador Alejandro Severo fue decapitada después de haber soportado con entereza toda clase de tormentos. Se cuidó de darle sepultura el obispo Ritorio. El papa Antero hizo trasladar su cuerpo al pie del capitolio, cerca de la cárcel Mamertina, donde fue hallado en 1634. El papa Urbano VIII hizo construir la iglesia dedicada a Santa Martina al pie del Capitolio. Se la representa con los atributos de su martirio. Es la patrona de Roma y su fiesta se celebra el 30 de enero.

La emperatriz de Oriente Martina (590-652) era sobrina del emperador Heraclio. Al enviudar éste, se casó con él. Este matrimonio levantó entre los ortodoxos un gran escándalo, pues lo consideraron incestuoso. Consiguió que su marido la designara como heredera en el testamento, junto con su hijo del primer matrimonio, Constantino, de manera que le sucedieron ambos en el trono. Todos sus afanes a partir de ahí fueron colocar en el trono a su propio hijo, para lo cual se deshizo de Constantino. Pero fue obligada a asociar en el trono a Tiberio, segundo hijo de Heraclio, de manera que ya eran tres los soberanos del imperio bizantino el año 641. Al año siguiente fue vencida y desterrada, quedando truncada su ambición de convertir a su primogénito en emperador.

Pero a pesar de que el nombre de Martina tiene su propia autonomía y su propia celebración el 30 de enero, son muchas las Martinas que prefieren celebrar su onomástica el 11 de noviembre, fiesta de San Martín obispo de Tours (316-397), el que partió en dos su capa para darle la mitad a un pobre. Es el santo francés por excelencia. Su culto llenó toda la Edad Media y siguió con fuerza en todo el orbe cristiano hasta nuestros días. De él nace el concepto de "capilla" (diminutivo de capa) para designar el oratorio privado, por la habitación que destinó Carlomagno en su palacio para guardar esta preciadísima reliquia del Santo, ante la que acudían a orar asiduamente los habitantes de palacio y en la que se celebraban las ceremonias religiosas privadas. Este carácter casi "oficial" del culto a San Martín, hizo que este nombre adquiriese una gran implantación en Francia, que aminoró un tanto al convertirse también en apellido en el siglo XII. Simultáneamente se extendió el nombre de Martina, que desde finales de la segunda guerra mundial ha aumentado su popularidad.

Tienen las Martinas un nombre de gran solera, rodeado de un aura de prestigio que le viene de muy lejos y que va en aumento. ¡Felicidades!

29 de enero de 2021

Santo Evangelio 29 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 4,26-34): 

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

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«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma»


Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.

En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.


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San Valero 29 de Enero

 


San Valero 29 de Enero


De la noble estirpe romana de los Valerios, derivan los nombres de Valeriano, Valerio y Valero. Toman el significado del verbo valere, de donde procede también el nombre de Valentín. En todos ellos subyace la idea de valiente, fuerte, eficaz, vigoroso.

San Valero, obispo de Zaragoza, nació en esta ciudad y murió desterrado en Anet (Eure y Loira), el año 315. Su biógrafo, el poeta cristiano-romano Prudencio, nos cuenta que pertenecía a la familia consular de los Valerios. Fue elegido obispo de Zaragoza y alcanzó una larga longevidad. Hubo de resistir, por tanto, durante su episcopado, la persecución de Diocleciano y Maximiano. Pero digno heredero de la tradición de fortaleza de los cristianos, sabiendo como los mártires que le habían precedido, que tan sólo arriesgaba su vida, no dejó nunca de predicar y de reconfortar a los perseguidos. Llegó a oídos de Daciano, gobernador de Hispania, que el obispo Valero y su diácono Vicente andaban predicando a cara descubierta la fe cristiana. Mandó detenerlos y conducirlos cargados de cadenas a Valencia, donde residía. No se arredró Valero ante Daciano; pero éste, que entendía que darles mártires a los cristianos era fortalecer su fe, en vez de debilitarla; y no deseando ensañarse con un pobre anciano, lo condenó al destierro, reteniendo preso en Valencia a su discípulo Vicente. Se retiró, pues, al pueblo de Anet, donde se entregó a la oración. Murió lleno de años y méritos. Su cuerpo fue sepultado cerca de Anet, en el castillo de Strada, de donde fue trasladado a Rota en 1065 y de allí a Zaragoza en 1170 por orden del rey Alfonso II de Aragón. Su fiesta se celebra el 29 de enero.

San Valero, obispo de Langres (Francia). Otro valiente que lo arriesgó todo por defender a sus fieles de las ordas que sitiaban la ciudad (siglo III). Salió el obispo Didier a pedir a los bárbaros que abandonasen el cerco, y su respuesta fue decapitarlo. Los fieles eligieron obispo a Valero y éste, en vistas de que no podrían resistir por más tiempo el asedio, organizó la salida de la población. Estaban ya muy cerca de los montes Jura, cuando fueron alcanzados por los bárbaros, que hicieron una terrible carnicería en los fugitivos. Pero al obispo no quisieron matarlo sin más, sino que le dieron una muerte lenta, que sufrió con valentía.

Valero se ha extendido considerablemente como apellido, representado en todas las disciplinas: en el siglo XIX los Valero dominan el teatro (Antonio, Isidoro, José, Josefa); como pintores destacaron Cristóbal y Maroussia, nacida en San Petersburgo, hija del tenor español Fernando Velero; en la abogacía se significaron Pedro Valero Díaz y Asensio de Pradas y Alberto Valero Martín; como escultor, Fernando Valero; como músico, José Valero; como militares, Antonio Valero y José Valero y Gómez de Malleus; como político, Juan Valero y Soto; y un largo etcétera. Pueden estar orgullosos los Valero de un nombre tan significativo y tan bien representado. ¡Felicidades!

28 de enero de 2021

Santo Evangelio 28 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 4,21-25): 

En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».

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«¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?»


Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch

(Salt, Girona, España)

Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).

¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes” del espíritu.

El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos en el Amor».

«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.


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Santo Tomas 28 de Enero

 


Santo Tomas 28 de Enero

Nombre arameo (la lengua en que predicó Jesús) cuyo significado nos da el mismo Evangelio: " El Gemelo". Corresponde a uno de los 12 apóstoles, cuyo nombre fue especialmente estimado en nuestra cultura, de ahí que haya numerosos santos con este nombre, entre los cuales resplandecen junto al apóstol y son de una talla inconmensurable, Santo Tomás Becket (de Canterbury) y Santo Tomás de Aquino.

Santo Tomás apóstol. Dentro del hieratismo que caracteriza a los grandes personajes del Evangelio, debido entre otras cosas a que apenas tienen biografía, al apóstol Tomás se le ha percibido siempre como más humano, más a nuestro alcance. La anécdota que le caracteriza es la de su incredulidad cuando le contaron los otros apóstoles que se les había aparecido Jesús resucitado un día que él no estaba con ellos. Bravucón, desafiante, dijo: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto el dedo en su costado, no lo creeré". "Trae tu dedo y mírame las manos" le dijo Jesús al volver a aparecerse "Mete el dedo en la llaga", continuó "y no seas incrédulo". De ahí nos quedó la expresión "meter el dedo en la llaga".

Santo Tomás de Canterbury nació en Londres el año 1117. En 1154 fue nombrado arcediano de Canterbury y al año siguiente, canciller del reino. Gracias a la gran amistad que tenía con Enrique II, fue nombrado obispo de Canterbury. Al entrar en conflicto los intereses de la Iglesia con los de su amigo el rey, al que debía el cargo, además de la amistad, no dudó en defender los de la iglesia, entendiendo que con esto defendía los intereses de Dios. A causa de estos enfrentamientos tuvo que exiliarse a Francia, desde donde excomulgó a su amigo el rey., quien tuvo que ceder y restituir a Tomás en su sede episcopal. Continuó sin embargo la lucha. Finalmente fue asesinado por cuatro caballeros del rey el año 1170. Todas estas vicisitudes fueron trasladadas vívidamente al cine en el magnífico film "Becket o el honor de Dios". Se celebra su fiesta el 29 de diciembre.

Santo Tomás de Aquino, el mayor filósofo y teólogo de la Iglesia. Nació cerca de Aquino en 1224. Tiene el sobrenombre de Doctor angélico. Fue, por decirlo en dos palabras, el Aristóteles cristiano. Conjugó la filosofía griega (especialmente la aristotélica) con la filosofía y la fe cristiana. Fue el gran enciclopedista de la Iglesia: sistematizó todo el saber teológico fundamentándolo en el entramado racional que aportaba la escolástica, la corriente filosófica dominante en Europa en toda la Edad Media. Su obra cumbre es la Summa theológica, que con un lenguaje sencillo entra en las mayores profundidades de la metafísica y de la teología. Murió el año 1274. Su fiesta se celebra el 28 de enero.

Santo Tomás Moro, Santo Tomás de Villanueva, Santo Tomás de Zumárraga, Santo Tomás Carnicer, y tantos otros añadieron todavía más honor y esplendor a este nombre. ¡Felicidades!

27 de enero de 2021

Santo Evangelio 27 de Enero 2011

  


Texto del Evangelio (Mc 4,1-20): 

En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: «A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».

Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».

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«El sembrador siembra la Palabra»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).


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Santa Angela 27 de Enero

 


Santa Angela 27 de Enero

Procede este nombre del griego aggeloV (ángelos), que actualmente traducimos por ángel, pero que en origen, antes de ser un término estrictamente religioso, significaba mensajero, enviado. En español se usa como nombre propio bastante más en femenino que en masculino, con las formas de Ángela, Angelina, Angelita, Angelines, Angélica, Ángeles. Además de la conmemoración de Santa Ángela de Mérici, que se celebra el 27 de enero, el 2 de octubre se celebran los Santos Ángeles Custodios y el 2 de agosto, Nuestra Señora de los Ángeles.


Santa Ángela de Mérici, hermana terciaria de la orden de San Francisco, nació en Desenzano (Italia) en 1470. Después de una peregrinación a Tierra Santa, fundó en Brescia la congregación de las ursulinas, dedicada a la educación de la juventud femenina. Fue la primera institución en Europa que se dedicó a la educación de la mujer. Durante 17 años Santa Ángela trabajó en cimentar la fundación. Empezó con un grupo de 12 jóvenes, conocidas con el nombre de la "Compañía de Santa Úrsula", que continuaban viviendo en sus casas y que se reunían para su trabajo educativo y para la oración. Al ser tan novedoso y tan contra corriente el objetivo de la fundación, Ángela tuvo enormes dificultades para sacarla adelante, y por fin, después de 17 años de lucha con las autoridades eclesiásticas, pudo fundar, en 1535, la primera comunidad con 12 miembros, contando con la aprobación del obispo y siendo ella la superiora. La congregación fue aprobada por el Papa Paulo III en 1544, cuatro años después de la muerte de la santa (1540). Fue beatificada en 1768 y canonizada en 1807. En mayo de 1907, en presencia de varios cardenales, se exhumó su cadáver, que se mantenía incorrupto. La obra de Santa Ángela ha crecido por Italia, Austria, Hungría, Francia, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Canadá, España y Portugal.


Otra Santa Ángela, también fundadora, se conmemora el 22 de diciembre. Su nombre antes de entrar en religión era Angelina de Corbara. Nació en 1377. Su familia la obligó a casarse con el conde de Civitella. Viuda a los tres años de matrimonio, vendió todos sus bienes y fundó un monasterio de la orden tercera de San Francisco. Sus biógrafos le atribuyen varios milagros. Murió en 1435.


En la mitología, Ángela es el nombre de una hija de Júpiter y de Juno, que robó uno de los cosméticos de su madre y se lo dio a Europa, siendo ésta la causa de que después todos los hijos de Europa hayan nacido con la piel excesivamente blanca.


Además de la belleza intrínseca del nombre, tiene un par de representantes en el cielo que son un modelo de tenacidad y perseverancia en la batalla por mejorar las condiciones de vida y la dignidad de la mujer. Y una simpática representante en el Olimpo con aficiones cosméticas. ¡Felicidades!

26 de enero de 2021

Santo Evangelio 26 de Enero 2021

 



 Texto del Evangelio (Mc 3,31-35): 

En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

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«Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»


Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera

(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Jesús —en una escena muy concreta y, a la vez, comprometedora— rodeado por una multitud de gente del pueblo. Los familiares más próximos de Jesús han llegado desde Nazaret a Cafarnaum. Pero en vista de la cantidad de gente, permanecen fuera y lo mandan llamar. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan» (Mc 3,31).

En la respuesta de Jesús, como veremos, no hay ningún motivo de rechazo hacia sus familiares. Jesús se había alejado de ellos para seguir la llamada divina y muestra ahora que también internamente ha renunciado a ellos: no por frialdad de sentimientos o por menosprecio de los vínculos familiares, sino porque pertenece completamente a Dios Padre. Jesucristo ha realizado personalmente en Él mismo aquello que justamente pide a sus discípulos.

En lugar de su familia de la tierra, Jesús ha escogido una familia espiritual. Echa una mirada sobre los hombres sentados a su alrededor y les dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34-35). San Marcos, en otros lugares de su Evangelio, refiere otras de esas miradas de Jesús a su alrededor.

¿Es que Jesús nos quiere decir que sólo son sus parientes los que escuchan con atención su palabra? ¡No! No son sus parientes aquellos que escuchan su palabra, sino aquellos que escuchan y cumplen la voluntad de Dios: éstos son su hermano, su hermana, su madre.

Lo que Jesús hace es una exhortación a aquellos que se encuentran allí sentados —y a todos— a entrar en comunión con Él mediante el cumplimiento de la voluntad divina. Pero, a la vez, vemos en sus palabras una alabanza a su madre, María, la siempre bienaventurada por haber creído.


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Santa Paula 26 de Enero

 


Santa Paula 26 de Enero


Paula viene del latín paulus, pequeño, que ha dado origen al conocido nombre de Pablo, con sus variantes Paúl, Pol, Paulino (como gentilicio de Paulinus, de la familia de Pablo) y los nombres femeninos de Paula y Paulina.

Santa Paula, fue una dama romana (347-404) que, al enviudar de Toxotius, a los veintidós años, siguió, junto con su hijo Eustoquio, a san Jerónimo, cuando éste pasó a Palestina. Una vez allí fundó numerosos monasterios en Belén y fue el propio San Jerónimo quien nos ha dejado escrita su vida.

En la iconografía de la santa, los atributos que la representan, y que han sido tomados de su maestro San Jerónimo, son la Vulgata (traducción de la Biblia al latín) y un crucifijo. Ha sido representada por varios ilustres pintores, entre ellos: Dosso Dossi (colección particular), Claudio de Lorena (Prado), Zurbarán (colección particular) y Valdés Leal (Museo de Le Mans).

Santa Paulina fue una mártir romana del siglo II, martirizada junto con otras cinco mujeres cristianas de Roma, cuyos nombres nos han llegado, al ser enterradas todas ellas en las catacumbas de la Vía Salaria: Donata, Rústica, Nominanda, Serotina e Hilaria.

Entre las Paulinas, destaca Pompea Paulina, esposa del filósofo Séneca, que acompañó a su marido en el suicidio al que le había condenado Nerón (de quien había sido preceptor). Paulina no quiso seguir viviendo sin él y se cortó también las venas. Pero el tirano, deseoso de prolongar su sufrimiento, ordenó que le detuvieran la hemorragia y le curaran las heridas. Así se hizo y sobrevivió.

Entre los Paulinos podemos citar a San Paulino de Tréveris, obispo de esa ciudad (m. 358), sucesor de san Maximino; a San Paulino de Nola (353-431), que con la intención de apartarse del mundo se retiró en Barcelona, donde nadie le conocía, pero era tal la fama de santidad que le seguía a todas partes, que tuvo que refugiarse en Nola, donde los feligreses, a la muerte del obispo, le obligaron a aceptar esa dignidad y hacerse cargo de aquella diócesis; a san Paulino de York, monje romano (580-644) enviado a evangelizar el reino de Kent, en Inglaterra y que fue obispo de York;a san Paulino de Aquilea (730-802), amigo y colaborador de Alcuino, que participó en varios concilios y evangelizó Estiria y Carintia.

Existen hasta 67 santos, seis papas, un zar de Rusia, un rey de Grecia e infinidad de celebridades que llevan o han llevado algunas de las variaciones de Pablo, Paulo, Paula, Paulino, Paulina. Todas las variantes de este nombre, que sigue aún en el candelero, fueron revitalizadas por la Reforma, entraron en el Romanticismo y de ahí se extendieron por todo el mundo. Es, realmente, un bello nombre. ¡Felicidades!

25 de enero de 2021

Santo Evangelio 25 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): 

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

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«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»


Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera

(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.


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Santa Elvira, 25 de Enero

 


Santa Elvira, 25 de Enero


Este nombre fue muy popular en los finales del primer milenio y principios del segundo. Su origen más probable es el compuesto germánico Athal-wira, que significa "guardián noble". Sin embargo, no se descarta la influencia del topónimo Illiberis, que actualmente denominamos Elvira. Es una importante ciudad donde se celebró el concilio del mismo nombre. Estaba cerca de una alquería que se llamaba entonces Garnatha, que poco a poco fue creciendo y desplazando en importancia a la antgua capital, hasta convertirse en la actual Granada.

Santa Elvira fue abadesa del monasterio de Oerhen, en Alemania, construido en el siglo VII por Dagoberto I de Austrasia y San Modoaldo. La primera abadesa fue Santa Modesta. Ocurrió en relación con este monasterio que ingresó en él la hija de Dagoberto II, Irmina, como resultado de habérsele muerto el marido, el conde Hermán, el mismo día de la boda. Al ingresar donó al monasterio su cuantiosa dote de desposada. Eran monjas benedictinas, aunque durante algún tiempo fueron agustinas. Santa Elvira mereció el honor de los altares por su decisiva contribución a la restauración de la disciplina monástica.

En España este nombre lo llevaron varias reinas y princesas, incluida una hija del Cid Campeador, que se llamaba doña Elvira (la otra era doña Sol). Entre las princesas medievales podemos citar a la leonesa Elvira (m. 982), hija de Ramiro II y hermana de Sancho I , A la muerte de éste, al que había aconsejado en varias ocasiones, era religiosa en el monasterio de San Salvador de León, construido, según se dice, expresamente por su padre para ella. Tuvo que abandonar el claustro para ejercer la regencia en la minoría de su sobrino Ramiro III, junto con la reina madre, Teresa. Durante su gobierno, Galicia se hizo prácticamente independiente y el conde de Castilla, Fernán González, empezó la emancipación de sus estados respecto del reino de León. Entre las reinas leonesas cabe citar a Elvira García (m. 1027), hija del conde castellano García Fernández, casada con Vermudo II. A la muerte de su marido, y durante la minoría de su hijo Alfonso V, se hizo cargo del gobierno, junto con el conde Menendo González. Rechazó varios ataques musulmanes y reconstruyó la ciudad de León, asolada por Almanzor. Cuando Alfonso V alcanzó la mayoría de edad, se retiró a un convento. Elvira Menéndez fue otra reina leonesa (m. 1052), nuera de Elvira García, a la que su padre, el conde Menendo González casó con el futuro rey Alfonso V, de cuyo enlace nacieron el futuro Vermudo III y Sancha, que fue reina de León y Castilla. Finalmente, citemos a Elvira Nuña, también reina leonesa (m. 922), casada con Ordoño II, que pasó a reinar en León, sucediendo a su hermano García. Fue madre de los infantes Alfonso y Ramiro. También llevó este nombre el alfaquí y poeta hispanoárabe Abú Ishaq de Elvira, autor de un poema antisemita, que alentó el progromo granadino de 1096.

Si bien este nombre tiene una menguada representación en el cielo, en la tierra está representado al más alto nivel. Y suena precioso. ¡Felicidades!

24 de enero de 2021

Santo Evangelio 24 de Enero 2021

  



Texto del Evangelio (Mc 1,14-20): 

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

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«Convertíos y creed en la Buena Nueva»


+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué

(Manresa, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia nos invita a convertirnos y, con Jesús, nos dice: «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Por tanto, habrá que hacer caso a Jesucristo, corrigiendo y mejorando lo que sea necesario.

Toda acción humana conecta con el designio eterno de Dios sobre nosotros y con la vocación a escuchar a Jesús, seguirlo en todo y para todo, y proclamarlo tal como lo hicieron los primeros discípulos, tal como lo han hecho y procuramos hacerlo millones de personas.

Ahora es la oportunidad de encontrar a Dios en Jesucristo; ahora es el momento de nuestra vida que empalma con la eternidad feliz o desgraciada; ahora es el tiempo que Dios nos proporciona para encontrarnos con Él, vivir como hijos suyos y hacer que los acontecimientos cotidianos tengan la carga divina que Jesucristo —con su vida en el tiempo— les ha impreso.

¡No podemos dejar perder la oportunidad presente!: esta vida más o menos larga en el tiempo, pero siempre corta, pues «la apariencia de este mundo pasa» (1Cor 7,31). Después, una eternidad con Dios y con sus fieles en vida y felicidad plenas, o lejos de Dios —con los infieles— en vida e infelicidad totales.

Así, pues, las horas, los días, los meses y los años, no son para malgastarlos, ni para aposentarse y pasarlos sin pena ni gloria con un estéril “ir tirando”. Son para vivir —aquí y ahora— lo que Jesús ha proclamado en el Evangelio salvador: vivir en Dios, amándolo todo y a todos. Y, así, los que han amado —María, Madre de Dios y Madre nuestra; los santos; los que han sido fieles hasta el fin de la vida terrenal— han podido escuchar: «Muy bien, siervo bueno y fiel (...): entra en la alegría de tu señor» (Mt 25,23).

¡Convirtámonos! ¡Vale la pena!: amaremos, y seremos felices desde ahora.

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San Francisco de Sales 24 de Enero

 


San Francisco de Sales 24 de Enero

Francisco viene del italiano Francesco, que puede traducirse por "el francés". Fue justamente San francisco de Asís el primero que elevó este apodo familiar a la categoría de nombre. Es posible que tal apodo se debiese a que la madre era de alto abolengo francés (se llamaba Pica de Bourlemont); y el padre, Pedro Morico, apodado Bernardone, próspero comerciante, viajaba asiduamente a Francia. Por lo que la casa de Francisco de Asís (cuyo nombre de pila era Juan), era vista como afrancesada.

En España son de uso común las variantes de Frasquito (contracción de Francisquito), Paco (tal vez del antiguo ibero Pacciaecus, que también dio el apellido Pacheco), Pancho, Quico, Curro (por Franciscurro), Francis, Francisca, Francina, Paca, Paquita.

San Francisco de Sales, obispo de Ginebra (1567-1622), nació en el castillo de Sales, en la Saboya, y murió en Lyón. De noble familia, afecta al franciscanismo, se pensó dedicarle a la magistratura; para lo cual, en 1582, fue a París para seguir sus estudios. En la Sorbona se le produjo una profunda crisis ante las doctrinas calvinistas allí infiltradas sobre la predestinación. Se creyó ya condenado y tuvo que emitir un voto de amor y confianza en Dios para recuperar la paz de su espíritu. Al final se trasladó a Padua a completar sus estudios de derecho, y fue abogado en el senado de Saboya. En 1593 fue ordenado sacerdote y se dedicó a la lucha contra las teorías calvinistas de la zona. En 1692 sucedió en el obispado de Ginebra, tras ser por un tiempo coadjutor del obispo, que era tío suyo. Reorganizó la sede y convirtió a muchos protestantes. En 1612, en su nueva diócesis de Annecy, adonde había sido trasladado el obispado de Ginebra, fundó, junto con Juana de Chantal, la orden de la Visitación. En 1618 conoció en París a san Vicente de Paúl. Creó un nuevo tipo de humanismo cristiano, regido por un optimismo de tipo franciscano. Más que una base teológica, sus concepciones tienen una matriz psicológica y se erigió en director de conciencias, para lo que escribió numerosas obras, como Introducción a la vida devota (1604), Tratado del amor de Dios, Sermones, Pláticas espirituales, Cartas. Pío IX lo proclamó doctor de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 24 de enero.

Además de San Francisco de Asís (m. 1226) y San Francisco de Sales, los santorales registran hasta un total de 70 santos y santas con este nombre (lo que nos da la medida de la inmensa popularidad que alcanzó), entre los que hay que destacar a San Francisco Javier (1506-552), San Francisco Solano (1549-1610), San Francisco de Paula (1416-1507), San Francisco de Borja (1510-1572). También en los demás órdenes de la vida es inacabable la lista de grandes personalidades con este nombre, en el que está representada toda la nobleza con emperadores, reyes, príncipes y duques, amén de toda la gama de las artes y las ciencias. Los Franciscos y Franciscas en todas sus variantes tienen modelos y patronos espléndidos a los que acogerse. ¡Felicidades!

23 de enero de 2021

Santo Evangelio 23 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 3,20-21): 

En aquel tiempo, Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues decían: «Está fuera de sí».

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«Está fuera de sí»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy vemos cómo los propios de la parentela de Jesús se atreven a decir de Él que «está fuera de sí» (Mc 3,21). Una vez más, se cumple el antiguo proverbio de que «un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio» (Mt 13,57). Ni que decir tiene que esta lamentación no “salpica” a María Santísima, porque desde el primero hasta el último momento —cuando ella se encontraba al pie de la Cruz— se mantuvo sólidamente firme en la fe y confianza hacia su Hijo.

Ahora bien, ¿y nosotros? ¡Hagamos examen! ¿Cuántas personas que viven a nuestro lado, que las tenemos a nuestro alcance, son luz para nuestras vidas, y nosotros...? No nos es necesario ir muy lejos: pensemos en el Papa San Juan Pablo II: ¿cuánta gente le siguió, y... al mismo tiempo, cuántos le interpretaban como un “tozudo-anticuado”, celoso de su “poder”? ¿Es posible que Jesús —dos mil años después— todavía siga en la Cruz por nuestra salvación, y que nosotros, desde abajo, continuemos diciéndole «baja y creeremos en ti» (cf. Mc 15,32)?

O a la inversa. Si nos esforzamos por configurarnos con Cristo, nuestra presencia no resultará neutra para quienes interaccionan con nosotros por motivos de parentesco, trabajo, etc. Es más, a algunos les resultará molesta, porque les seremos un reclamo de conciencia. ¡Bien garantizado lo tenemos!: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). Mediante sus burlas esconderán su miedo; mediante sus descalificaciones harán una mala defensa de su “poltronería”.

¿Cuántas veces nos tachan a los católicos de ser “exagerados”? Les hemos de responder que no lo somos, porque en cuestiones de amor es imposible exagerar. Pero sí que es verdad que somos “radicales”, porque el amor es así de “totalizante”: «o todo, o nada»; «o el amor mata al yo, o el yo mata al amor».

Es por esto que san Juan Pablo II nos habló de “radicalismo evangélico” y de “no tener miedo”: «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza».


Santo Evangelio 22 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): 

En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

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«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.


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Santa Mariana de Molokai, virgen. 23 de enero

 

Santa Mariana de Molokai, virgen. 23 de enero y 9 de agosto.

Madre de los leprosos.


Nació el 23 de enero de 1838 en Heppenheim, Alemania, y fue bautizada con el nombre de Bárbara. Con un año de edad, sus padres labradores y católicos hasta la médula emigran a Estados Unidos y se establecen en Nueva York. Allí estudia en una escuela católica para niños pobres. Tuvo una infancia difícil, al ser la primogénita y tener que cuidar de sus padres minusválidos y de tres hermanos pequeños. Muy joven entró a trabajar a una fábrica, donde se convirtió en una líder por su carisma para organizar, exigir y cumplir sus deberes. A los 15 años quiso seguir su vocación religiosa, que no tenía clara aún, pero la situación familiar le obligó a esperar. Aprovechó este tiempo forjando su alma en la oración y la atención a los necesitados. Al fin, con 24 años cumplidos, tomó el hábito de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia con el nombre de Mariana, y se dedica, como las demás religiosas, a la enseñanza y la asistencia de los pobres. Trabajó con inmigrantes, sobre todo alemanes, dándoles oportunidad de inserción en la sociedad. En 1873, con solo 35 años fue elegida Superiora General, trabajando por los necesitados, por las vocaciones y sobre todo por los enfermos, las madres solteras, los parias y olvidados de la sociedad. Hasta 50 hospitales se llegaron a abrir en los Estados Unidos durante su fecunda labor.


A los 45 años, en pleno rendimiento, según el mundo, se ofrece como enfermera para auxiliar a los leprosos de Molokai, cuando muchas religiosas y enfermeras se negaron a ir allí. En Maui funda un hospital y se entrega totalmente a los pobres leprosos, siendo más que una enfermera, una madre. “Solo por Dios” era su lema, cuando la tentaban la repugnacia y el miedo al contagio. En 1888 se cierra su hospital y junto a todos los leprosos tiene que trasladarse a Molokai, donde estaba ya enfermo el ángel de los leprosos, San Damián de Molokai (15 de abril y 10 de mayo). Trabajaron juntos hasta 1889, cuando el santo falleció. Ella le sucedió en su labor evangelizadora y social por los leprosos. Escribió, exigió y clamó por los abandonados, sacudiendo las conciencias de los estadounidenses, logrando incluso que otras religiosas se ofreciesen para ayudarla. Plantó huertos, exigió medicamentos y derechos, construyó un colegio, ayudó en la iglesia de Santa Filomena y además, construyó otro hospital solo para las mujeres, para preservarlas y cuidar su dignidad. Enseñó a trabajar a los que podían, devolviéndoles la dignidad hurtada.


La Madre (como le llamaban) Mariana murió en Kalaupapa, el 9 de agosto de 1818, a los 80 años de edad, luego de más de 30 sirviendo a los enfermos. Fue sepultada entre sus amados leprosos. Benedicto XVI la beatificó en 2005 y la canonizó en 2012.



San Ildefonso 23 de Enero



 San Ildefonso 23 de Enero

Es un nombre germánico, de los que nos trajeron los visigodos. Está formado, igual que el de Alfonso, con los elementos Hathus-all-funs, cuyo significado es "guerrero totalmente preparado para el combate", con el primer componente Hilds, que es una variedad de Hathus, del que se considera equivalente. De ahí que pueda encontrarse la variante de Hildefonso (con h inicial). A veces se ha confundido este nombre con Adalfonso.

San Ildefonso, arzobispo de Toledo, nació en los primeros años del siglo VII y murió en 667. Entró todavía adolescente en en el monasterio de Agalia, del que llegaría a ser abad, junto a los muros de Toledo, y después de haber hecho allí los primeros estudios, fue a perfeccionarlos a Sevilla al lado de San Isidoro, la mente más preclara de aquella época. Volvió a Toledo hacia el 632 y fue ordenado diácono por San Eladio. El año 659, al morir su tío San Eugenio, a la sazón arzobispo de Toledo, tuvo que aceptar por obediencia ser consagrado obispo para sucederle en la sede arzobispal. Un año antes había firmado como abad de Agalia las actas del Concilio X de Toledo. Fue uno de los más grandes obispos de aquel siglo de oro de la Iglesia visigoda y ejerció una influencia extraordinaria en los sucesos políticos y religiosos de su tiempo. Un contemporáneo suyo lo describe así: "Era grave en su andar, humilde, paciente, insuperable en la sabiduría, agudo en sus razonamientos y tan favorecido en las gracias de la elocuencia, que cuando hablaba parecía que el mismo Dios hablaba por su boca." El episodio más importante de su vida fue la aparición de la Virgen que, según la tradición, le regaló una casulla para que la usara en sus celebraciones. Sus reliquias descansan en la catedral de Zamora. Su fiesta se celebra el 23 de enero.

El mismo San Ildefonso dividió su obra en cuatro partes. Primera: Prosopopeia imbecillitatis propriae; De perpetua virginitate Sanctae Mariae; Annotationes in sacris; Annotationes actionis diurnae y De cognitione baptismi. Segunda: cartas. Tercera: misas, himnos y sermones. Cuarta: otras composiciones en prosa y verso. Con la invasión de los árabes se perdió toda esta obra, excepto el libro sobre la Virgen.

Tiene una iconografía abundante, en la que destacan una estatua de M. Pereira (Madrid), dos cuadros del Greco, San Ildefonso escribiendo bajo el dictado de la Virgen (Illescas, Toledo) y San Ildefonso leyendo (Washington), y otro de P. Orrente, La aparición de santa Leocadia (Toledo). De todos modos, la escena representada con más frecuencia es La imposición de la casulla por la Virgen, con cuadros de numerosos artistas, entre ellos de Velázquez, Murillo y Rubens.

Ciertamente la gran personalidad de San Ildefonso llena de fuerza y de contenido este recio nombre. Los que lo llevan pueden sentirse orgullosos de él. ¡Felicidades!

22 de enero de 2021

Santo Evangelio 22 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): 

En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

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«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.


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San Anastasio 22 de Enero

 


San Anastasio 22 de Enero

Palabra que procede del verbo anisthmi (anístemi), que significa "hacer levantar", "resucitar". A la resurrección de Cristo los griegos la denominan AnastasiV (Anástasis) y el saludo pascual en la iglesia ortodoxa, equivalente a nuestro "felices pascuas" es "AlhqvV CristoV anesth (Alezós Jristós anéste) "Verdaderamente, Cristo ha resucitado". El nombre propio Anastasio hace referencia a la Resurrección de Cristo, es un nombre de gran relevancia, que procede del imperio bizantino donde la fiesta más importante del año por conmemorarse en ella el principal dogma cristiano, es la Pascua de Resurrección.

San Anastasio. El primer santo que menciona el santoral con este nombre vivió a finales del siglo VI en Persia. Abrazó la vida religiosa , dedicándose durante varios años a la contemplación en el que se llamaría en su honor, monasterio de San Anastasio. Queriendo hacer algo más por la fe de Cristo, obtuvo permiso para dejar el monasterio e ir a Cesarea a predicar el Evangelio. Su actividad y la eficacia de su predicación se hizo tan notoria que fue apresado y torturado con el vano intento de hacerle renegar de su fe. Al no conseguirlo, el gobernador mandó darle una muerte ignominiosa: la horca. Aceptóla contento Anastasio, porque a su Maestro le aplicaron también la muerte más ignominiosa que entonces existía: la cruz. Fue el 628 el año de su martirio.

La Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Anastasio, fundada en el siglo XII y extinguida el año 1790 fundó en Roma su principal hospital, el de San Gervasio y prestó unos servicios inestimables a la sociedad en una época en que no abundaban instituciones de este género.

En España tuvimos un San Anastasio en los inicios del siglo IV. Nació en Lérida y en su juventud fue soldado de una de las legiones que los romanos tenían en España. Anastasio era el cabecilla de un grupo de hasta 75 soldados que se distinguían por su conducta cristiana, que incomodaba profundamente a los romanos, porque chocaba frontalmente con sus principios y creencias. Sabedor Daciano, el prefecto de Tarragona, de este foco de lo que él consideraba corrupción en el ejército, mandó encerrarlos y someterlos a tortura, para hacerles abjurar de sus creencias. Finalmente, aceptando la derrota, mandó ejecutar a Anastasio junto con el resto de sus compañeros. Fue en el año 305.

Cuatro Papas llevaron este nombre, de los cuales dos merecieron el honor de los altares, y dos emperadores de Oriente, amén de otros personajes importantes.

Es éste un nombre distinguido, por ser de origen griego, con una carga significativa de primerísimo orden (la humanidad sueña en la Resurrección) y ennoblecido por dignísimos personajes. ¡Felicidades!

21 de enero de 2021

Santo Evangelio 21 de Enero 2021

  


Texto del Evangelio (Mc 3,7-12): 

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a Él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.

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«Le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón»

Rev. D. Melcior QUEROL i Solà

(Ribes de Freser, Girona, España)

Hoy, todavía reciente el bautismo de Juan en las aguas del río Jordán, deberíamos recordar el talante de conversión de nuestro propio bautismo. Todos fuimos bautizados en un solo Señor, una sola fe, «en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1Cor 12,13). He aquí el ideal de unidad: formar un solo cuerpo, ser en Cristo una sola cosa, para que el mundo crea.

En el Evangelio de hoy vemos cómo «una gran muchedumbre de Galilea» y también otra mucha gente procedente de otros lugares (cf. Mc 3,7-8) se acercan al Señor. Y Él acoge y procura el bien para todos, sin excepción. Esto lo hemos de tener muy presente durante el octavario de oración para la unidad de los cristianos.

Démonos cuenta de cómo, a lo largo de los siglos, los cristianos nos hemos dividido en católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, y un largo etcétera de confesiones cristianas. Pecado histórico contra una de las notas esenciales de la Iglesia: la unidad.

Pero aterricemos en nuestra realidad eclesial de hoy. La de nuestro obispado, la de nuestra parroquia. La de nuestro grupo cristiano. ¿Somos realmente una sola cosa? ¿Realmente nuestra relación de unidad es motivo de conversión para los alejados de la Iglesia? «Que todos sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17,21), ruega Jesús al Padre. Éste es el reto. Que los paganos vean cómo se relaciona un grupo de creyentes, que congregados por el Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo tienen un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32-34).

Recordemos que, como fruto de la Eucaristía —a la vez que la unión de cada uno con Jesús— se ha de manifestar la unidad de la Asamblea, ya que nos alimentamos del mismo Pan para ser un solo cuerpo. Por tanto, lo que los sacramentos significan, y la gracia que contienen, exigen de nosotros gestos de comunión hacia los otros. Nuestra conversión es a la unidad trinitaria (lo cual es un don que viene de lo alto) y nuestra tarea santificadora no puede obviar los gestos de comunión, de comprensión, de acogida y de perdón hacia los demás.