19 de diciembre de 2016

Esperando con María y José



 ESPERANDO CON MARÍA Y JOSÉ

Por Javier Leoz

Con este cuarto domingo culminamos el adviento. ¿Hemos preparado bien el camino de nuestras familias para que el Señor entre en ellas? ¿Hemos dispuesto el corazón y las entrañas de nuestras personas para que Dios hable? ¿Buscamos a Dios como fuente de toda esperanza y razón suprema de la próxima Navidad?

1.- Busquemos al Señor, amigos, y no dejemos en estos días previos a las Navidades que nada distorsione lo que a los cristianos nos importa: el acontecimiento que celebramos es el Nacimiento del Señor en Belén.

¡Son tantas cosas las que juegan a nuestro favor! La sensibilidad, la familia, la parroquia, la fe….

¡Son tantos los aspectos que pueden ensombrecer estos días santos! El consumo, no celebrar a Dios con la escucha de su Palabra, con la caridad, la sobre abundancia de cosas….

Estamos alegres y, teniendo como telón de fondo el mensaje de las lecturas del pasado domingo, seguimos apostando por la esperanza. ¡Dios asoma en el horizonte! Y, por lo tanto, la alegría brota en el semblante de un cristiano. ¿Qué te encuentras agobiado? ¿Qué tienes problemas? ¿Vas a permitir que, el bosque, no te deje ver y disfrutar de la luz?

2.- Hoy, con Santa María, recorremos los últimos metros que distan para llegar a Belén. El “Dios con nosotros” se hará posible gracias al “SI” de una humilde nazarena que, aún sin entender nada, supo cumplir la voluntad del Señor.

Diversos personajes nos han ayudado a estar en tensión durante el tiempo de adviento (Isaías, Juan Bautista….) ahora, de la mano de José y con María, nos adentramos en la noche oscura de Belén. Comprobaremos que, hoy como entonces, muchos siguen sin acoger al Niño. Que, otros, se dejan seducir por los magnates y poderosos que instan a marginar a ese “Niño” que, desde el día de nuestro Bautismo, entró en nuestro corazón. ¿Navidades santas o paganas? ¡Qué dilema!

Tal vez, también nosotros, como José… tengamos dudas y hasta temores. ¿No será mucho lo que Dios nos pide?

Dejemos que la próxima Navidad nos invada con su Misterio. Soñemos y, en el sueño, ojala que Dios nos dé la oportunidad de soñar con El. ¿Hemos soñado alguna vez con el cielo? ¿Hemos soñado con Dios, con María, con Jesús o con el Espíritu?

3.- Las Navidades, entre otras cosas, tienen la virtud de despertar lo más hondo de la sensibilidad de las personas. Bien es cierto que no sólo deben de conducir a eso. Por ello mismo, estos días, los hemos de aprovechar al máximo: que crezca nuestra vida interior (al contemplar al Dios que se hace Hombre); cultivando nuestras buenas obras (asombrándonos de lo que Dios hace por nosotros) y siendo fuertes en las pruebas (al ver a un Dios Todopoderoso que muerde el polvo de nuestra tierra).

Amigos; apuremos estos últimos instantes. ¡Dios está a la puerta! ¡Dios está llamando! ¡Que no pase de largo! ¡Que, con José y María, preparemos ya –interna y externamente-- nuestros hogares y nuestras almas para que de verdad se note que un Niño nos va a nacer!

Si Jesús, al nacer, no encontró más riqueza que el amor y la ternura de José y María que, por lo menos encuentre también en nosotros el mejor pesebre donde hacerse presente: nuestro corazón.

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