Santa Marina virgen y mártir 18 de julio
Autor: P. Felipe Santos
Etimológicamente significa “del mar”. Viene de la lengua latina.
Hay historia de santas o de santos que impactan al lector porque, aunque no haya muchos datos reales de ellas o de ellos, están, sin embargo, envueltos en una aura de misterio y leyenda que gustan e interesan.
Esta joven, nacida en Pontevedra en el lejano año 119, vino al mundo en un parto múltiple. La madre, asustada de este acontecimiento, pensó en lo peor. Su marido andaba de aquí para allá a cargas con el gobierno de Galicia y de Portugal.
Era el gobernador que el emperador había enviado para que rigiera los destinos de estas dos provincias en poder del imperio de Roma.
El miedo atenazaba el corazón de Calsia. Temía que cuando llegara su esposo, Lucio Castello, de uno de sus viajes la mataría creyendo que le había sido infiel.
Y no sabiendo afrontar lo sucedido con valentía, entregó a una empleada sus hijas e hijos. Menos mal que la Providencia de Dios actúa siempre en el alma de las personas de buena voluntad.
La criada, llamada Sila, era ya cristiana. Toda una garantía en aquellos tiempos de tanta turbulencia contra los seguidores del Señor.
Pues bien, Sila fue entregando a los recién nacidos a familias de total carta de identidad para que las criaran y educaran en la fe cristiana.
Una vez que habían recibido la instrucción necesaria, llamaron al obispo san Ovidio para que las bautizara.
El padre no tenía ni idea de lo que había ocurrido. Pero poco a poco se fue enterando de que su mujer había dado a luz a varios hijos en el mismo parto.
Sin embargo, hay algo que no podía pasar por su mente de gobernante: que sus hijas fueran educadas en la religión que él perseguía con furia, encarnizamiento y rabia.
Llegó el instante en que supo que sus hijas eran cristianas. Entonces, con la mayor sangre fría del mundo, mandó que fueran a su palacio. Les invitó a que renunciaran de la fe en Cristo. Ellas, ya en la cárcel, huyeron hasta que las cogieron y martirizaron. De una hermana de Marina, Liberada, mártir también, se sabe que llevaron sus restos a Bayona, Pontevedra, en donde yacen los de Marina. Esto fue en el año 1515.
Autor: P. Felipe Santos
Etimológicamente significa “del mar”. Viene de la lengua latina.
Hay historia de santas o de santos que impactan al lector porque, aunque no haya muchos datos reales de ellas o de ellos, están, sin embargo, envueltos en una aura de misterio y leyenda que gustan e interesan.
Esta joven, nacida en Pontevedra en el lejano año 119, vino al mundo en un parto múltiple. La madre, asustada de este acontecimiento, pensó en lo peor. Su marido andaba de aquí para allá a cargas con el gobierno de Galicia y de Portugal.
Era el gobernador que el emperador había enviado para que rigiera los destinos de estas dos provincias en poder del imperio de Roma.
El miedo atenazaba el corazón de Calsia. Temía que cuando llegara su esposo, Lucio Castello, de uno de sus viajes la mataría creyendo que le había sido infiel.
Y no sabiendo afrontar lo sucedido con valentía, entregó a una empleada sus hijas e hijos. Menos mal que la Providencia de Dios actúa siempre en el alma de las personas de buena voluntad.
La criada, llamada Sila, era ya cristiana. Toda una garantía en aquellos tiempos de tanta turbulencia contra los seguidores del Señor.
Pues bien, Sila fue entregando a los recién nacidos a familias de total carta de identidad para que las criaran y educaran en la fe cristiana.
Una vez que habían recibido la instrucción necesaria, llamaron al obispo san Ovidio para que las bautizara.
El padre no tenía ni idea de lo que había ocurrido. Pero poco a poco se fue enterando de que su mujer había dado a luz a varios hijos en el mismo parto.
Sin embargo, hay algo que no podía pasar por su mente de gobernante: que sus hijas fueran educadas en la religión que él perseguía con furia, encarnizamiento y rabia.
Llegó el instante en que supo que sus hijas eran cristianas. Entonces, con la mayor sangre fría del mundo, mandó que fueran a su palacio. Les invitó a que renunciaran de la fe en Cristo. Ellas, ya en la cárcel, huyeron hasta que las cogieron y martirizaron. De una hermana de Marina, Liberada, mártir también, se sabe que llevaron sus restos a Bayona, Pontevedra, en donde yacen los de Marina. Esto fue en el año 1515.
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