¿CÓMO CELEBRAMOS LA EUCARISTIA?
Por José María Martín OSA
1.- Compartir una comida es signo de fraternidad y de alegría. Cuando alguien celebra algo importante suele hacerlo con una comida. Algunas religiones imaginan la felicidad de la otra vida como una mesa llena de manjares a la que se sientan aquellos que han sido invitados. También los israelitas celebraban la cena pascual, recuerdo y actualización de la liberación de Egipto. En el texto de Isaías de este domingo se anuncia un festín de manjares suculentos "para todos los pueblos". La invitación de Dios es, pues, universal. No hay duda de que Dios no hace acepción de personas, para El todos somos iguales, a todos nos invita a participar en su fiesta.
2.- Aceptar o no la invitación. Sin embargo, tal como se expresa en la parábola de los invitados a la boda, no todos responden positivamente a la invitación. Los primeros invitados no quisieron ir a pesar de la insistencia del rey que les ofrece terneros y reses cebadas. ¿No era esto suficientemente atractivo o tal vez esperaban conseguir cosas mejores en otros lugares? Se nos dice que uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios… ¡Cómo se parece esta parábola a la actitud de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo a quienes la utopía les hacía soñar con un mundo mejor, pero la facilidad de "otros negocios" les despertó de sus sueños y les acercó a la gallina de los huevos de oro! Mataron la utopía y se instalaron en una realidad material que llenaba sus bolsillos y vaciaba su espíritu.
3.- Pero la invitación sigue en pie y hay muchos que respondieron positivamente. Pusieron su vida al servicio de los más necesitados, se dejaron guiar por los criterios evangélicos de la sencillez y fraternidad, entendieron lo que significa celebrar la vida. A la invitación responden tanto buenos como malos. San Agustín hace referencia al Bautismo, don que reciben todos los cristianos, también la fe la reciben muchos y muchos también han recibido el sacramento del altar. Pero no todos llevan el vestido nupcial. ¿Cuál será este vestido? San Pablo nos presenta un bolso lleno de cosas extraordinarias: lenguas de los hombres y de los ángeles, ciencia y profecía, fe para trasladar los montes, distribución de bienes a los pobres. Pero falta el vestido nupcial: "Si no tengo caridad de nada me sirve".
4.- ¿Cómo celebramos nuestras Eucaristías? ¿Venimos vestidos de fiesta, es decir con cara alegre?, ¿se nota que estamos celebrando la alegría de nuestra fe?, ¿estamos en comunión con el Señor y con los hermanos?, ¿nos damos cuenta de que la Eucaristía nos compromete a ser constructores de un mundo donde reine la justicia y el amor? Si no es así, es que no tenemos puestos el traje de fiesta adecuado.
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