24 de octubre de 2020

ACTO DE DESAGRAVIO



 ACTO DE DESAGRAVIO

¡Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino propiciatorio por el cual prometió el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones!

Yo me uno con Vos para ofrecer al Eterno Padre mi pobre y mezquino corazón, contrito y humillado en su divino acatamiento, y deseo reparar cumplidamente sus ofensas, en especial la que recibes contínuamente en la Eucaristía y las que yo por mi desgracia también he cometido.

Quisiera, Divino Corazón, lavar con lágrimas y borrar con sangre de mis venas las ingratitudes con que todos hemos pagado Tu tierno amor.

Junto con mi dolor, aunque leve, con aquella angustia mortal que te hizo sudar sangre a la sola memoria de nuestros pecados.

Ofrécelo Señor a Tu Eterno Padre unido con tu amabilísimo Corazón. Dale infinitas gracias por los grandes beneficios que nos hace continuamente y supla Tu amor nuestra ingratitud y olvido.

Concédeme la gracia de presentarme siempre con gran veneración ante el acatamiento de Tu divina Majestad, para resarcir de algún modo las irreverencias y ultrajes que en Tu Presencia me atreví a cometer, y que de ahora en adelante me ocupe en atraer con palabras y ejemplos muchas almas para que te conozcan y gocen de las delicias de Tu corazón.

Desde este momento me ofrezco y dedico del todo a dilatar la gloria de este Sacratísimo y dulcísimo Corazón.

Lo elijo como el centro de todos mis afectos y deseos y desde ahora para siempre hago en El, mi perpetua morada, reconociéndole, adorándole y amándole con todas mis ansias, como a mi Rey, Soberano, Dueño, Esposo de mi alma, Pastor y Maestro, verdadero amigo, amoroso Padre, Guía segura, firmísimo Amparo y Bienaventuranza. Amén.


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