15 de noviembre de 2019

Orar en momentos de crisis


Orar en momentos de crisis

¿Cómo podemos elevar hacia Dios nuestros momentos más oscuros, más deprimidos y solitarios? ¿Cómo podemos orar cuando nos sentimos tan profundamente solos, desamparados, y todo nuestro mundo parece estar derrumbándose?

Podemos aprender de Jesús y de cómo él oró la noche antes de su muerte en el Huerto de Getsemaní, en su hora más oscura: Era tarde en la noche, acababa de tener su última cena con sus amigos más cercanos, y tenía una hora para prepararse para enfrentar a su muerte. Su humanidad se abre paso y Jesús se encuentra postrado en el suelo, pidiendo una vía de escape. Así es como los Evangelios lo describen:

Jesús se retiró de sus discípulos, aproximadamente a un tiro de piedra de distancia, y se tiró al suelo y oró. "Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti, si quieres, pasa de mí esta copa. Sin embargo, que se haga tu voluntad y no la mía". Y al regreso encontró a sus discípulos durmiendo. Así que se retiró otra vez y oraba con una angustia aún más intensa, y su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre. Cuando se levantó de la oración, fue a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos por pura tristeza. Y él les dijo: "¿Por qué están durmiendo? Levantaos y orad para que no sean puestos a prueba." Y él oró por tercera vez, y un ángel vino y lo fortaleció, y se levantó para enfrentar con fuerza lo que le esperaba.

Esta oración de Jesús en Getsemaní puede servir como un modelo de cómo podemos orar cuando estamos en crisis. En cuanto a la oración, podemos destacar siete elementos, cada uno de los cuales tiene algo que enseñarnos en términos de cómo orar en nuestros momentos más oscuros:

1. Los temas de la oración nacen en la soledad: Los Evangelios destacan esto, tanto en términos de que la oración tiene lugar en un jardín (el lugar arquetípico para el amor) y en que Jesús esta "a la distancia de un tiro de piedra" de sus seres queridos quienes no pueden estar presentes ante lo que él está pasando. En nuestras más profundas crisis, siempre estamos dolorosamente solos, a dos pasos de distancia de los demás. Una profunda oración se debe hacer desde ese lugar.

2. La oración es de una gran familiaridad: Comienza la oración llamando a su padre "Abba", el término más familiar posible, la frase que un niño usaría sentado en su regazo o el de su padre. En nuestros momentos más oscuros, tenemos que estar con mayor familiaridad con Dios.

3. La oración es de una total honestidad: Clásicamente oración se define como " la elevación de la mente y el corazón hacia Dios". Jesús hace esto, radicalmente, siendo completamente honesto. Le pide a Dios que le quite el sufrimiento, que le dé una salida. Su humanidad se estremece ante el deber y pide una vía de escape. Esa es oración sincera, verdadera oración.

4. La oración es de una total impotencia: Él cae al suelo, postrado, sin convicción sobre su propia fuerza. Su oración contiene la petición de que si Dios va a hacer esto a través de él, Dios necesita darle la fuerza para ello.

5. La oración es de apertura, a pesar de la resistencia personal: A pesar de que él se encoge ante lo que se le está pidiendo que se someta y pide un escape, él todavía le da a Dios el permiso radical para entrar en su libertad. Su oración le abre a la voluntad de Dios, si eso es lo que en última instancia se pide de él.

6. La oración es de repetición: Repite la oración varias veces, cada vez con más insistencia, sudando sangre, y no sólo una vez, sino varias veces.

7. La oración es de transformación: Finalmente un ángel (fuerza divina) va y le fortalece y él se entrega a lo que se le pidió que se sometiera en base a ésta nueva fuerza que viene de fuera de él. Sin embargo esa fuerza sólo puede fluir en él después de que, a través del desamparo, deja a un lado su propia fuerza. Es sólo después de que el desierto ha hecho su obra en nosotros que estamos dispuestos a dejar que la fuerza de Dios fluya en nosotros.

En su libro Paso Hacia la libertad, Martin Luther King relata cómo una noche, después de recibir una amenaza de muerte, él se asustó, se entregó al miedo, y, no muy diferente a Jesús en Getsemaní, literalmente, se derrumbó en el suelo con miedo, con soledad, con impotencia – y en oración. El confesó que su oración esa noche fue toda una súplica a Dios para que le permitiera encontrar una forma honorable de escapar, sin embargo Dios pidió algo más de él. He aquí sus palabras finales a Dios en oración:

"Aunque ahora tengo miedo. Las personas me están buscando por liderazgo, y si me presento ante ellos sin fuerza y ??valor, ellos también se tambalearán. Estoy al final de mis poderes. No me queda nada. He llegado hasta el punto donde no puedo afrontarlo solo." Luego añade: "En ese momento sentí la presencia de Dios como nunca lo había experimentado antes." Un ángel le encontró.

Cuando oramos sinceramente, cualquiera que sea nuestro dolor, un ángel de Dios siempre nos encontrará.

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