CONFIAR EN EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
¡Queridos Hermanos y Hermanas!
1.La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús es una fiesta litúrgica que irradia una peculiar tonalidad espiritual sobre todo el mes de junio. Es importante que en los fieles siga viva la sensibilidad ante el mensaje que de ella brota: en el Corazón de Cristo el amor de Dios salió al encuentro de la humanidad entera.
Se trata de un mensaje que, en nuestros días, cobra una actualidad extraordinaria. En efecto, el hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado, dividido, casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar. Modelos de comportamiento bastante difundidos, por desgracia, exasperan su dimensión racional-tecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva, mientras que el centro de la persona no es ni la pura razón, ni el puro instinto. El centro de la persona es lo que la Biblia llama «el corazón».
Al final del siglo XX, parece ya superada la incredulidad de corte iluminista, que dominó durante mucho tiempo. Las personas, experimentan una gran nostalgia de Dios, pero dan la impresión de haber perdido el camino del santuario interior en donde es preciso acoger su presencia: ese santuario es precisamente el corazón, donde la libertad y la inteligencia se encuentran con el amor del Padre que está en los cielos.
El Corazón de Cristo es la sede universal de la comunión con Dios Padre, es la sede del Espíritu Santo. Para conocer a Dios, es preciso conocer a Jesús y vivir en sintonía con su Corazón, amando, como él, a Dios y al prójimo.
2. La devoción al Sagrado Corazón, tal como se desarrolló en la Europa de hace dos siglos, bajo el impulso de las experiencias místicas de Santa Margarita María Alacoque, fue la respuesta al rigorismo jansenista, que había acabado por desconocer la infinita misericordia de Dios. Hoy, a la humanidad reducida a una sola dimensión o, incluso, tentada de ceder a formas de nihilismo, si no teórico por lo menos práctico, la devoción al Corazón de Jesús le ofrece una propuesta de auténtica y armoniosa plenitud en la perspectiva de la esperanza que no defrauda.
Hace más o menos un siglo, un conocido pensador denunció la muerte de Dios. Pues bien, precisamente del Corazón del Hijo de Dios, muerto en la cruz, ha brotado la fuente perenne de la vida que da esperanza a todo hombre. Del Corazón de Cristo crucificado nace la nueva humanidad, redimida del pecado. Hoy el hombre tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del amor.
Os invito, por tanto, amadísimos hermanos y hermanas, a mirar con confianza al Sagrado Corazón de Jesús y a repetir a menudo, sobre todo durante este mes de junio: ¡Sacratísimo Corazón de Jesús, en ti confío!
San Juan Pablo II
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