15 de febrero de 2018

Ahora es tiempo de salvación

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AHORA ES TIEMPO DE SALVACIÓN

Por Gabriel González del Estal

1.- San Pablo les pide a los primeros cristianos de Corintios, en nombre de Cristo, que se reconcilien con Dios. Ahora, les dice, que estáis salvados por Cristo, os pedimos que os reconciliéis con Dios. La liturgia de este miércoles de ceniza refiere este tiempo de salvación al tiempo de la cuaresma, que comienza hoy mismo con la imposición de la ceniza. Para entender bien el mensaje de esta acción o gesto litúrgico, es bueno que nos fijemos en cada una de las dos expresiones que, según la tradición, dice el sacerdote o ministro sagrado al imponer la ceniza. Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver (Gen 3, 19). Es parte de lo que les dice Dios a nuestros primeros padres cuando les expulsa del paraíso. Es consecuencia y castigo del pecado y Dios quiere que sea también para ellos un recuerdo que les ayude a no volver a pecar. Es aquello de acuérdate de los novísimos y no pecarás. También hoy la ceniza debe recordarnos a nosotros que somos carne débil y que estamos continuamente amenazados de muerte. La ceniza que se nos impone sobre nuestras cabezas nos dice que también nosotros, que ahora somos árboles vivos, seremos, más pronto o más tarde, cuerpo y carne destruidos. Deberemos vivir de tal manera que, cuando nuestro cuerpo se destruya, nuestra alma vuela limpia y directamente hacia Dios.

2.- Hace ya algunos años que la frase del Génesis es sustituida, generalmente, por la frase con la que, según el evangelista Marcos, Cristo comienza su predicación en Galilea: Arrepiéntete y cree en el evangelio (Mc 1, 15). Esta frase está, sin duda, más en sintonía con la espiritualidad que queremos vivir en nuestro tiempo. No es el temor y el miedo a la muerte lo que nos lleva más directamente al arrepentimiento; es el ejemplo de Cristo y el amor de Dios que, por Cristo, se derrama en nuestros corazones, lo que nos anima a convertirnos en fieles y verdaderos seguidores de Jesús de Nazaret. No queremos ser cristianos hijos del temor; queremos ser cristianos hijos del Dios Amor.

3.- En este día y durante toda la cuaresma oiremos hablar, con mucha frecuencia, de oración, de ayuno y de limosna. Son tres armas especialmente apropiadas para matar en nosotros, para reducir a cenizas, el poder del demonio, del mundo y de la carne. La oración debe abrir nuestro corazón a Dios y reconciliarnos con él; el ayuno debe someter las tentaciones de nuestro cuerpo y reconciliarnos con nosotros mismos; la limosna debe abrir nuestra mirada y nuestras manos al prójimo, para vivir reconciliados con nuestros hermanos más necesitados. Tanto la oración, como el ayuno y la limosna, deben producir el mismo y único efecto buscado: nuestra propia conversión y, en lo posible, la conversión del mundo. Si no nos convertimos a Dios, vana es nuestra oración, estéril nuestro ayuno e ineficaz para nosotros nuestra limosna.

4.- En este día de miércoles de ceniza vamos a pedirle al Señor que no olvidemos nunca nuestra frágil y mortal condición, nuestro verdadero compromiso con el evangelio, la oración del corazón, el ayuno purificador y la generosa limosna. Así la cuaresma habrá sido para nosotros un camino que nos habrá llevado a la conversión de nuestro corazón y de nuestras costumbres. Sólo así podremos estar preparados para resucitar con Cristo el día de la Pascua de resurrección.

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